APRENDAMOS A AYUDAR
La Biblia está llena de consejo sabio para la vida. Uno de ellos y tal vez uno de los más fundamentales es el concepto de ayudar a otros. Ser misericordiosos. Pero aun para esta labor necesitamos la dirección bíblica para hacerlo del modo correcto y con sabíduria. He aquí algo que aprendemos de ayudar.
La Biblia dice:
"No te niegues a hacer el bien a quien es debido,
Cuando tuvieres poder para hacerlo.
No digas a tu prójimo: Anda, y vuelve,
Y mañana te daré,
Cuando tienes contigo qué darle."
Proverbios 3:27-28
AYUDAR A QUIEN REALMENTE LO NECESITA
Hay una triste realidad, hay muchos alrededor nuestro que se encuentran en una triste condición de pobreza y necesidad en nuestras calles, pero es igual de cierto que existen personas que solo buscan aprovecharse de los demás para satisfacer sus conductas pecaminosas de pecado, drogadicción y diversos vicios. Gente que por más que ayudemos no están dispuestos a abandonar su maldad y cuyos corazones están endurecidos. Note que la Biblia dice: " a quien fuera debido" es decir, al que realmente lo necesita, de lo contrario lo que estamos haciendo es patrocinar el pecado. Con esto no hacemos referencia solo al que mendiga en las esquinas, sino aquellas personas o familiares que no saben administrar su dinero, a quienes les gusta endeudarse y gastar más de lo que ganan. De manera que si pensamos que le hacemos un bien al prestarles o regalarles algo, realmente estamos agravando su condición.
SIEMPRE QUE PODAMOS HACERLO
Teniendo claro el principio anterior, la Palabra nos anima a que siempre estemos dispuestos a ayudar, no importa quien es aquel que nos pide. Tiene mérito que ayudemos a un amigo o ser querido, pero es aún de más mérito ayudar a aquellos de los cuales no podemos recibir nada a cambio, haciendo esto seguimos el ejemplo de nuestro Dios, quien hace salir su sol sobre justos e injustos.
NO DEJES QUE EL EGOISMO TE IMPIDA AYUDAR
La Biblia nos amonesta a renunciar a nuestra naturaleza egoista, la cual en ocasiones nos hace que pensemos solo en nosotros mismos. Somos motivados por el Señor en ayudar con diligencia, inmediatamente, siempre y cuando tengamos la posibilidad de hacerlo. No es una cuestión que se deba postergar. Si tienes para hacerlo, simplemente hazlo.