Queremos, finalmente, en esta serie de artículos tratar el aspecto de la prosperidad en el área material, aclarando que no por tratarlo al final es menos importante que lo demás. Recordemos que, como hemos dicho, Dios quiere una prosperidad integral para sus hijos.
Lo anterior es evidente en el hecho de que en las palabras de Jesús escritas en Biblia, el mismo Señor hizo más referencias acerca del dinero y de la correcta mayordomía que las que encontramos acerca del cielo. Todo esto para hacernos entender que para él nuestro bienestar material es importante.
Hay mucho que podríamos decir acerca de la prosperidad material, pero lo primero y más importante es que tenemos un Padre Celestial que es el origen y proveedor de todo, es decir, de nuestras vidas y todo bien material.
"ni es honrado por manos de hombres, como si necesitase de algo; pues él es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas."
Hechos 17:25
Por lo tanto, somos responsables ante Dios por todo lo que Él diariamente coloca en nuestras manos, recordemos que somos solo administradores de los bienes que disfrutamos pues todo le pertenece a Él. Esto nos lleva a considerar que una parte importante de la vida del creyente debe caracterizarse por dar gracias a Dios y reconocerlo incluso con sus bienes materiales. En consecuencia, la decisión de emplear, gastar o invertir los recursos que nuestro Padre nos da debe ser entonces guiada por Él, a través del conocimiento de los preceptos bíblicos. No podemos despilfarrar los recursos que el Señor nos otorga, tal y como el ejemplo que encontramos en la parábola que Jesús refirió acerca de los talentos (Mateo 25:14-30), es necesario multiplicar lo que el Señor nos da.
Un creyente próspero es aquel que honra los principios establecidos en la Palabra de Dios acerca de dar precisamente para la obra de Dios, es decir, un creyente que en obediencia paga sus diezmos y ofrenda con alegría al Señor.
"Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde."
Malaquías 3:10
La motivación para dar a Dios debe estar impregnada del amor y solicitud. Buscando siempre agradar a Dios con todo lo que hacemos.
"Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará.
Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre.
Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra;"
2 Corintios 9:6-8
Por último, cabe recordar que el principio máximo para toda prosperidad y bienestar se encuentra en colocar primero la búsqueda del Reino de Dios y su justicia, para que todas las demás cosas se nos otorguen. Solo en el Reino de Dios se encuentra la satisfacción y total abundancia más allá de cualquier bien material.
"Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas."
Mateo 6:33
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