Juan 1:12 “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen
en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios”
Esta es una pregunta en la cual quiero que
puedas meditar un instante ¿Eres un
esclavo, o eres un hijo de Dios?, ¿Estás
viviendo como esclavo o estás viviendo
como un hijo de Dios?, la Biblia es
clara: Si has creído y recibido a Cristo como tu Señor y Salvador, Dios
te ha dado la autoridad de ser un hijo de Dios, por lo cual puedes estar
convencido de que ya no eres un esclavo y de que ya no debes vivir en
esclavitud.
La Biblia nos enseña que el deseo de Dios es
traer libertad a nuestras vidas, veamos las siguientes Promesas de Libertad:
Salmo
34:4 “Busqué a Jehová, y él me oyó, Y me libró de todos mis temores.”
Salmo
34:6 “Este pobre clamó, y le oyó Jehová, Y lo libró de todas sus angustias”
Salmo
91:3-4 “Él te
librará del lazo del cazador, de la peste destructora. Con sus plumas te
cubrirá, Y debajo de sus alas estarás seguro; Escudo y adarga es su verdad.”
Salmo
18:17 “Me libró
de mi poderoso enemigo, y de los que me aborrecían; pues eran más fuertes que
yo.”
Salmo
18:1-2 “Te amo, oh Jehová, fortaleza mía. Jehová, roca
mía y castillo mío, y mi libertador;
Dios mío, fortaleza mía, en él confiaré; Mi escudo, y la fuerza de mi
salvación, mi alto refugio.”
Verdaderamente
Libres: Juan 8: 37 “Así que,
si el Hijo os libertare, seréis
verdaderamente libres”
Otra promesa hermosa de la palabra de Dios, es
que a través de Jesús somos verdaderamente libres. Él nos libra del poder del
pecado dándonos vida, bendición, y acercándonos a Dios.
Solamente a través de Jesús podemos
experimentar la verdadera libertad, Él rompe las cadenas que nos oprimen, y que
nos hacen desfallecer, en Él somos
verdaderamente libres.
Isaías
53:4-5 “Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y
sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios
y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros
pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros
curados.”
Esta libertad es posible gracias a ese
sacrificio en la cruz donde Él llevo nuestros pecados, nuestros dolores y
nuestras enfermedades.
¿Esclavo
o Hijo?
Juan
8:35 “Y el esclavo no queda en la casa para siempre;
el hijo sí queda para siempre”
Aunque somos hijos muchas veces vivimos como
si aún fuéramos esclavos. El temor, las deudas, la aflicción, y la enfermedad
quieren aprisionarnos, y hacernos
olvidar las promesas de Dios.
Juan 10:10 “El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he
venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.”
Satanás
quiere robarnos la libertad que tenemos en Dios,
quiere matar y destruir nuestros sueños, y muchas veces por nuestro descuido espiritual,
nos mantiene sumergidos en muchas tribulaciones.
Pero recuerda: “…Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del
diablo.” 1 Juan 3: 8
No
lo olvides jamás: Cristo apareció para deshacer
toda obra del diablo, para darte libertad y victoria en todas las
circunstancias de la vida.
¿Cómo
soy libre de la esclavitud? ¿Cómo vivo bajo la promesa de libertad que tengo en
Cristo Jesús?
Quizás te preguntarás: ¿cómo puedo
experimentar la libertad que Cristo me ofrece?. Pues sencillamente la respuesta
está EN LA PALABRA DE DIOS.
Jesús dijo:
“…Si vosotros permaneciereis en mi palabra,
seréis verdaderamente mis discípulos; y
conoceréis la verdad, y la verdad os
hará libres.” Juan 8:31-32
¿Quieres vivir y experimentar en cada momento
la libertad de Cristo? ¿Quieres poder afrontar cada dificultad y vencer? Si es así, entonces debes PERMANECER EN LA PALABRA DE DIOS.
Sí, es así de sencillo; nuestra victoria, como
hijos de Dios, está en LA PALABRA DE
DIOS.
¿QUÉ
DEBO HACER PARA PERMANECER EN LA PALABRA DE DIOS?
1. Escuchar
atentamente y poner por obrar la palabra de Dios : “Acontecerá
que si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, para guardar y
poner por obra todos sus mandamientos que yo te prescribo hoy, también Jehová tu Dios te exaltará sobre todas
las naciones de la tierra.” Deuteronomio 28:1
2. Meditar
y deleitarse en la palabra de Dios diariamente: Salmos
1:1-2 “Bienaventurado el varón que
no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de
escarnecedores se ha sentado; sino que en la ley de Jehová está su delicia,
y en su ley medita de día y de noche.”
3. Atesorar
en mi corazón la palabra de Dios: “Y estas palabras
que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón;” Deuteronomio 6:6
4. Confesar:
Josué 1:8 “Nunca se apartará de tu boca este
libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y
hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás
prosperar tu camino, y todo te saldrá
bien.”
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