Esta mañana estaba considerando cómo el alimento es un aspecto fundamental en nuestra salud. De manera que todo lo que entra en nuestra boca debe ser considerado cuidadosamente porque tarde o temprano se verá reflejado su efecto en el cuerpo dependiendo de lo saludable que sea. Podemos engordar o enflaquecer, revitalizarnos o enfermarnos. El filtro de nuestro cuerpo físico en este caso es nuestra boca y labios.
Pero quiero tratar este tema de la salud desde el punto espiritual, donde nos hallamos que como casi siempre funciona a la inversa del natural. Me explico, en el campo físico, lo que entra al cuerpo por la boca nos afecta, positiva o negativamente; en el espiritual, sin embargo, no es lo que entra sino lo que sale.
El Señor Jesús lo afirma en el libro de Mateo:
"No lo que entra en la boca contamina al hombre;
mas lo que sale de la boca, esto contamina al hombre."
- Mateo 15:11-
¿Qué clase de palabras están brotando de nuestros labios?¿Palabras que edifican o destruyen?¿Palabras que nos hacen ver como sabios o por el contrario, necedades que nos hacen ver como necios?
Todo esto nos hace pensar que de igual modo como cuidamos nuestra "figura", y revisamos cada caloria de lo que vamos a comer, debemos poner a dieta nuestros labios. Una dieta que consista en que sólo permitamos que de ellos broten las palabras que ayudarán a otros a ser mejores, a levantar su ánimo y espíritu, que ayuden a enseñar las verdades de Dios y su Palabra. Sobretodo, que ellas reflejen que Cristo está dentro de nuestros corazones. (Efesios 4:29)
Cuidar de lo que salga de nuestros labios traerá como consecuencia un excelente estado físico-espiritual.
¡Hagamos una dieta de palabras!
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