Todos los que tenemos cierta edad y aquellos un poco más jóvenes, recordamos las grandes películas de acción de antaño, en la que en medio de miles de balas, explosiones y golpes, los intrépidos héroes se abrían paso venciendo a cientos de enemigos.
Los máximos exponentes a mi juicio de este género eran sin duda Schwarzenegger y Stallone, dos fornidos hombres que constituían el distorsionado ideal de lo que debía ser un hombre de verdad.
Hoy, en la foto que acompaña esta entrada vemos a estos dos campeones del ayer reducidos, desvalidos, yaciendo en camas de hospital, ahora con más arrugas que músculos, tal vez para enseñarnos que hasta el más fuerte de los hombres al fin y al cabo termina perdiendo las fuerzas.
La Biblia dice en 1 Pedro 1:24
"Porque: Toda carne (Es decir, el hombre) es como hierba,
Y toda la gloria del hombre como flor de la hierba.
La hierba se seca, y la flor se cae;"
Esta imagen me hizo reflexionar mucho acerca del orgullo que muchas veces tenemos los seres humanos. Pensamos que somos indestructibles y en nuestra juventud consideramos que nuestras fuerzas así como el vigor nunca se van a terminar; pero si meditamos profundamente acerca de nuestra condición y naturaleza nos daremos cuenta que el único que tiene poder y fortaleza ilimitada es Dios. Es más, la Palabra se refiere aL Señor como el TODOPODEROSO, el único que tiene inmortalidad, el ALFA y la OMEGA, el principio y el final.
Es momento de depender más en las fuerzas del INCANSABLE DIOS y menos en nuestras fuerzas humanas, que son limitadas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario