Esta mañana recordaba algo que vi anoche. En el cielo, el destello fugaz de un relámpago iluminó repentinamente el firmamento con su luz, luego hice silencio porque estaba convencido de que si esperaba unos segundos más, iba a escuchar el sonido de un potente estruendo proveniente de aquel relámpago. Este es un fenómeno de la naturaleza asombroso que demuestra que la luz es más veloz que el sonido.
Esto me puso a pensar en lo que dice la Palabra de Dios:
"Aunque la visión tardará aún por un tiempo, mas se apresura hacia el fin, y no mentirá; aunque tardare, espéralo, porque sin duda vendrá, no tardará." Habacuc 2:3
Este hecho del rayo y el sonido me puso a meditar acerca de lo que sucede espiritualmente. Cuando oramos, la respuesta de Dios se da inmediatamente en lo invisible (como la luz del rayo que vemos), pero en ocasiones, la respuesta evidente (el sonido) tarda un poco. Entonces, el hecho de que no recibamos inmediatamente lo que pedimos no significa que Dios no respondió. Al contrario, debemos ser pacientes y esperar a que veamos con nuestros ojos en el mundo material lo que ya el Señor concedió espiritualmente.
Haz silencio y escucha: ¡Ya viene la bendición!
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