Esta mañana recordaba la ocasión en que viajé a la capital de mi país. Recuerdo que tomé un vuelo que duró un hora, durante la cual no tomé el más mínimo cuidado de preguntar por aquel que piloteaba el avión, y aunque como es costumbre del capitán de la nave, saludar por el parlante a los pasajeros de cada vuelo, ni siquiera recuerdo su nombre. Sólo me preocupé de montarme en el avión y disfrutar mi viaje.
Esto me puso a pensar en lo que dice la Palabra de Dios.
"Fíate de Jehová de todo tu corazón,
Y no te apoyes en tu propia prudencia."
Proverbios 3:5
El ejemplo de confiar en el piloto es una gran ilustración de cómo debemos confiar nuestra vida a Cristo. Porque, a diferencia del tripulante del aeroplano, sabemos mucho de Él, pues la Biblia registra su nacimiento virginal, sus palabras poderosas, los milagros que hizo y lo más importante de todo: Nos dice que vino a morir en la cruz para darnos Salvación y para que entreguemos en sus manos nuestras vidas con absoluta confianza.
Abandónate en las manos de Dios porque Él nunca te dejará caer.
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