CONVIRTIENDONOS EN ADULTOS
Nuestra etapa de progreso espiritual necesariamente tiene que llegar a esta fase, la de adultos, y aunque no termina allí, si es necesario que alcancemos la madurez espiritual.
Como dijimos ayer, hay cosas que son imposibles cuando nos encontramos en la condición de niños espirituales, el niño no puede valerse por sí mismo, demanda continuamente atención y cuidados, por lo tanto es incapaz de trabajar y proveer. El adulto, sin embargo, ya comienza a desarrollarse libremente y en vez de pedir está dispuesto a aportar. El adulto, además, puede ver por los demás y ya no está tan enfocado de manera egoísta en sus propios asuntos. Puede enseñar y guiar, él ha sido enseñado y dicha enseñanza, unida a su esfuerzo le ha permitido crecer.
Precisamente, ese era el reclamo que hacía el Apóstol Pablo a la Iglesia en Corinto, porque ellos ya debían haber alcanzado la madurez, más sin embargo, por su inconstancia y falta de entendimiento acerca del propósito de Dios, todavía eran niños espirituales, andando en disputas y carnalidad.
En este punto es necesario aclarar que la madurez espiritual no es un factor cronológico, es decir, no se trata de cuánto tiempo llevamos en la iglesia, sino cuánto hemos conocido a Dios y hemos dejado que el establezca su Reino en nosotros, además de cuántas áreas en nuestras vidas también hemos sometido a su dominio y control. Es asunto de edificar sobre el fundamento que Dios estableció, siguiendo adelante en un continuo progreso espiritual, a través del conocimiento de la Palabra, la oración, el congregarnos y el servicio a Dios.
Pero, como dijimos al principio, la etapa adulta no es el final, el estado ideal es el de Padres y este será el tema de mañana.
Meditemos en los siguientes pasajes bíblicos:
"Acerca de esto tenemos mucho que decir, y difícil de explicar, por cuanto os habéis hecho tardos para oír.
Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a ser tales que tenéis necesidad de leche, y no de alimento sólido.
Y todo aquel que participa de la leche es inexperto en la palabra de justicia, porque es niño;
pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal."
Hebreos 5:11-14
"Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza."
1 Timoteo 4:12
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