miércoles, 29 de agosto de 2012

DEVOCIONAL AGOSTO 29 DE 2012


EL COSTO DE 
SEGUIR A JESUS
Generalmente las cosas más queridas e importantes en la vida son estimadas por el precio que estamos dispuestos a pagar por ellas. Las joyas más preciosas son aquellas que tienen un gran costo, el cual muchos están dispuestos a pagar. 

Seguir a Cristo del modo en que Él quiere es sin duda el bien más grande que un ser humano pueda tener, pero al igual que la joya preciosa, seguir a Cristo tiene un costo alto, implica entregar todo lo que somos y tenemos a Él.

La historia del joven rico (Marcos 10:17-31) nos ilustra acerca de la condición del hombre que solo está dispuesto a entregar una parte de su existencia a Dios, pues existía una área en su vida a la cual no estaba dispuesto a renunciar. Las palabras de Jesús a sus discípulos luego de encontrarse con este joven fueron radicales y para muchos desconcertantes, pero implican el anhelo de Dios hacia nosotros de que nos entreguemos por completo, de que no haya nada para nosotros nada más valioso que conocer a Cristo y ser conocidos por Él. Ya sean las finanzas, relaciones o cualquier cosa que este mundo pueda ofrecernos.

¿Estás dispuesto a pagar el precio? Si es así, mañana veremos que hay una gran recompensa para todos aquellos que se rinden completamente bajo la poderosa mano de Dios.

Ahora, leamos los siguientes textos de la Palabra de Dios:

"Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?"
Mateo 16:26

"Pero él, afligido por esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones."
Marcos 10:22 

"y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí."
Mateo 10:38

"Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo.
 Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo,"
FIlipenses 3:7-8

"No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él."
1 Juan 2:15

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