Esta mañana recordaba una montaña rusa. Este juego mecánico que es el terror para muchos que ni siquiera se atreven a ensayarlo por el vértigo que produce. Sin embargo, muchos movidos por la adrenalina, se embarcan para sentir la emoción de ir a toda velocidad de arriba hacia abajo.
Esto me puso a pensar. La Biblia dice:
"¿No has sabido, no has oído que el Dios eterno es Jehová, el cual creó los confines de la tierra? No desfallece, ni se fatiga con cansancio, y su entendimiento no hay quien lo alcance.
El da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas." Isaías 40:28,29
La montaña rusa es un excelente ejemplo de las emociones humanas. En un minuto se pueden encontrar tan altas, cuando la alegría invade todo nuestro ser y todo en nuestra vida es color de rosa. Pero, de un momento a otro, pueden llegar a lo profundo de la tristeza o la melancolía cuando todo sale mal.
Por lo tanto, nuestras emociones no deben ser un fundamento para nuestras decisiones porque nos pueden llevar a equivocarnos ya que las mismas son siempre cambiantes y dependen de las circunstancias. Nuestra fe en Dios tampoco debe basarse en ellas, sino en la firmeza de su Palabra porque Dios nunca cambia.
¡Confiemos en Dios, la Roca firme, y no en nuestras cambiantes emociones!
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