Por Sixyel Castañeda
Al Espíritu Santo, objeto de mi inspiración
¿Por qué miró Dios con agrado la ofrenda de Abel, pero no así la de Caín? La Biblia dice: "y aconteció andando el tiempo, que Caín trajo del fruto de la tierra una ofrenda a Jehová” (Gé 4:3). Allí nada se nos dice que hubiese algo de especial en la ofrenda de Caín, sólo que la trajo “del fruto de la tierra [..] a Jehová”. Mas sin embargo, de Abel se nos dice: “trajo también de los primogénitos de sus ovejas, de lo más gordo de ellas” (Gé 4:4). ¿Qué podemos aprender de todo esto?. Que a Dios siempre debemos darle lo mejor, de “lo más gordo” de nuestras vidas. Él, además, se da cuenta de la intención de nuestro corazón al momento de traerle ofrenda, pues Él es quien escudriña la mente y el corazón. Basándonos en estos hechos, cabe preguntarnos:
¿De qué calidad es la ofrenda que le estoy presentando a Dios? ¿Será como la de Caín o como la de Abel?
De otro lado, pensamos erróneamente que la ofrenda es sólo el dinero que llevamos al altar de Dios. Pero esto no es así. Ofrenda es todo lo que yo haga para Dios, todo lo que yo presente delante de Su presencia. La Escritura señala:
“Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional.” Romanos 12:1
De modo que Dios quiere que presentemos nuestros cuerpos, nuestras vidas, todo nuestro ser como ofrendas delante de Su presencia. Recordemos que somos templos del Espíritu Santo, y que le alabemos, dondequiera que nos encontremos, con todo nuestro ser, no escatimando nada. La Biblia nos ordena:
"Así que, ofrezcamos siempre a Dios, por medio de él, sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan su nombre." Hebreos 13:15
Quiero preguntar, una vez más, tanto para ti y como para mí, y con esto concluimos:
¿De qué calidad es la ofrenda que le estoy presentando a Dios?
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