Esta mañana observaba el vaso en que todos los días tomo agua en la oficina. Reflexionaba cómo, cada mañana para poder usarlo, antes debo llevarlo a la cocina y lavarlo. De modo que el trabajo de mi vaso es estar allí, listo para que yo lo use; eso es todo lo que debe hacer.
Esto me puso a pensar en lo que dice la Palabra de Dios:
"Pero el fundamento de Dios está firme, teniendo este sello: Conoce el Señor a los que son suyos; y: Apártese de iniquidad todo aquel que invoca el nombre de Cristo.
Así que, si alguno se limpia de estas cosas, será instrumento para honra, santificado, útil al Señor, y dispuesto para toda buena obra."
- 2 Timoteo 2: 19, 21
- 2 Timoteo 2: 19, 21
La Palabra de Dios es maravillosamente clara, y este ejemplo del vaso es una clara muestra de ello. Muchas veces nos preocupamos porque queremos ser usados por el Señor, cuando nuestra única preocupación debe ser estar limpios, listos y dispuestos para que Él nos tome y nos use. A través de la confesión de nuestros pecados y nuestro arrepentimiento Dios nos limpia cada día. Y cuando estamos limpios, Dios nos llena de su poder y nos usa como sus intrumentos para bendecir a otros, para calmar la sed espiritual de aquellos que no le conocen.
¡La sangre de Jesucristo nos limpia de todo pecado!
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