Esta mañana veía el correo electrónico y consideraba cómo, al enviar el mensaje, no hay forma de impedir que le llegue al destinatario, sea bueno o malo aquello que hayamos escrito. Recuerdo precisamente que en una ocasión envié un e-mail del cual luego me arrepentí, pero ya no podía hacer nada al respecto.
Esto me puso a pensar en el dominio que debemos ejercer sobre las palabras que salen de nuestros labios. La Biblia dice:
"Hay hombres cuyas palabras son como golpes de espada; Mas la lengua de los sabios es medicina." Proverbios 12:18
Lo que decimos puede edificar o destruir la vida de los que nos escuchan y una vez que pronunciamos alguna palabra no hay forma de devolverla.
Meditemos bien antes de decir algo, movidos por razones equivocadas.
Pronuncia siempre palabras enviadas con amor.
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